viernes, 29 de octubre de 2010

Tercer intento: Mi cuadra

Hace unos 30 años, la Habana ya venía cayéndose de bruces. (Eso ya lo dije alguna vez) Sólo que yo no me daba cuenta. No tenía experiencias anteriores para comparar. Ahora ya puedo.

Por aquel entonces frente a la casa había un solar yermo. Mucho antes había habido una casa que se derrumbó. Una casa que nunca conocí. Ese espacio vacío (con algunos escombros) daba sensación de abandono, de suciedad. Pero dejaba que el sol entrara en las mañanas en la sala.

En los años 80, cuando todo se llenó de materiales de construcción y la ciudad empezaron a salirle círculos infantiles y luego consultorios como granos, aquí también salió uno. Un edificio con consultorio y casa para el médico y la enfermera. Y otros apartamentos. Todo muy bonito. La doctora, muy buena ella, pero ya no está. El consultorio ya no es un consultorio. La enfermera sí, ella sigue viviendo allí. Ha tenido hijos y nietos. Ahora, en lugar del sol, entra el sonido de los toques de santo. Tambores y cánticos en la sala de mi casa.

En los altos de la casa de al lado, vivía una pareja. Eran mayores ya y tenían muchos gatos. A mi prima y a mí nos gustaba subir a visitarlos. No recuerdo haber hablado mucho con ellos pero me gustaban los gatos. Ellos ya murieron. Ahora viven 6 ó 7 familias en aquella casa. Separan los cuartos, comparten el baño. La puerta de la escalera desapareció. El mármol de la escalera ya no está, la baranda tampoco. Muchas cosas ya no están y muchas otras aparecieron de repente. Más habitantes, los mismos comercios, el mismo espacio. Ya no hay gatos, ahora hay muchos niños y gritos.

En el edificio que está al lado del consultorio (que ya no es consultorio) vivía una viejita a la que llamaban Fefa. Ahora vive una familia numerosa. Gente joven. Le han dado un ambiente juvenil al barrio. Ellos tienen un magnífico equipo de música con unos bafles de unos 80cm de alto. Suelen ponerlo en el balcón. Justo frente a mi ventana. Se escucha mejor que mi televisor, incluso con la ventana cerrada. Claro, tenemos algunas discrepancias en cuanto a gustos musicales, pero quién se preocupa por esos detalles.